Diversión

-¿Cómo moriste? Es natural que después de hacer todas esas cosas no te convirtieses precísamente en un ángel, pero tengo curiosidad-pregunté directamente.

Reí sin poder evitarlo, pero no de manera exagerada.
-Bueno, pues a pesar de que estuve escondiendome y cogiendo otras identidades, esos tipos acabaron por descubrirme, no me quedo mas remedio que matarlos, pero las cosas no salieron como esperaba resulta que mi abuelo era un angel y a mi me estaban buscando, pues querían convertirme en un demonio pra enseñarme cosas antes de venir hasta aqui. Pero eso mi abuelo ya lo sabia...-

-A ver si lo he cogido, ¿los asesinos de tu abuelo consiguieron encontrarte y te asesinaron también?-pregunté alzando una ceja.

Asentí con una sonrisa.
-Exacto.-le respondí.

-Entiendo-sonreí de medio lado-Por una parte les agradezco que me manden nuevos demonios, en especial si son como tú...
Dejé colgado el comentario, y la miré de reojo.
-Dime, ¿quieres vengarte?-mi voz sonó como un siseo estremecedor, al más puro estilo demoníaco.

-Sería divertido y es bastante tentador, pero la verdad creo que mi tiempo es mas valoso como para gastarlo en eso.-le dije con indiferencia.

Me paré y me puse frente a ella.
-Voy a hacerte una oferta mejor. Trabajar directamente para mí, digamos...personal. Hacer cosas que a otros demonios no encargaría, ¿qué me dices? Digamos que serías una especie de favorito de Lucifer. Por supuesto como ya te dije, hacer eso conllevaría ciertos privilegios, y un gran prestigio entre los demonios-.

En mis ojos apareció un brillo de entre odio y tntación. Sonreí.
-Sería todo un honor para mi que me concedieras ese puesto.-

-Es tuyo, confío en que sabes de sobra que intentar traicionarme es una completa locura, así que no creo tener nada más que añadir. Estarás conmigo y darás algunas de mis órdenes a otros demonios de más baja categoría. Gozarás del privilegio de opinar, de momento. Si tus opiniones son acertadas, serán tomadas en cuenta. Ese es mi primer privilegio como entrada al trabajo-contesté.

Escuche con atención todo lo que me dijo hasta que termino de hablar.
-Bueno, como tu me mandes, te prometo que no te vas a arrepentir de esto...o si no ya te lo ire demostrando con el tiempo y los hechos.-

-Lo sé, confío en ello. Voy a darte una espada nueva, digna de un demonio de alta categoría, capaz de matar a un arcángel. Por supuesto, no es suficiente para Vehuiah, pero podrás defenderte bien-comenté.

Sonreí, como cuando a un niño pequeño le regalan algo que ansiaba.
-Como tu desees.-

-Ven a mi apartamento, te la entregare-contesté caminando para salir de aquel barrio.

Le seguí sin decir nada.