Mi llegada.

La puerta se abrió sola cuando mi presencia apareció frente a ella. Sin embargo, no puse un pie dentro de la catedral, guardaría mis distancias. Sonreí de medio lado, por su aura diría que se trataba de una joven vampiresa. Me llevé las manos a los bolsillos, y la miré. Seguramente ya habría percibido que era un demonio, pero no quién exactamente, así que decidí guardármelo para las presentaciones.
-Al parecer Lestat está ocupado para atender a una nueva en su condición-comenté con mi suave y tentadora voz.

-No te equivoques, yo no vengo en lugar de nadie-contesté con una pequeña sonrisa.-Bueno, a la vista está que eres un vampiro y yo un demonio, ¿cuál es tu nombre?

-Caroline...es un nombre bonito.-comenté apoyándome en la puerta con un hombro.-Es justo pues que me presente yo también.
-Es un placer conocerte, soy Lucifer-hice una pequeña reverencia cortés con una media sonrisa.

-Te sorprendería lo fácil que me resulta controlar a mis servidores allí donde estén-contesté despreocupadamente.-Daba un paseo, últimamente estoy echando un vistazo a los mortales, y me estoy encontrando con seres como tú o Lestat, fuera de la norma. Inmortales, ni de un sitio ni de otro.

-No me has entendido, vosotros estáis fuera de la norma al estar viviendo en el mundo mortal, por no poder ir a ninguno de los otros dos sitios. Por decirlo así, sois criaturas que no encajáis en ningún mundo. Los mortales me importan muy poco Caroline-respondí.

-¿Tienes miedo?-pregunté fijando la vista en sus ojos.

-Ya veo que sí lo tienes-contesté sin acercarme.

-Intentas evadir el miedo con esas palabras, veo que eres orgullosa.-comenté mirando al cielo unos instantes.-No voy a hacerte nada, no he venido a nada de eso.

-A nada en especial, simplemente me he dejado caer por aquí-le respondí encogiéndome de hombros.

-Depende de la pregunta te responderé o no, pero adelante, pregunta-contesté.

La miré a los ojos sin apartarme de ella, a pesar de estar tan cerca.
-Más aburrido de lo que te imaginas-confesé con una media sonrisa.

-No me dedico a controlar a los mortales, y la verdad es que llevo tanto tiempo haciendo esas cosas que me resulta hasta aburrido-le dije.