Entregando una espada.

Entré por la puerta y aguardé a que ella entrase. Era amplio y oscuro, solo iluminado por ocasionales velas, las cortinas eran rojas y tenía un toque siniestro, tal y como me gustaba.

Le seguí y entre en aquella habitación quedandome en la puerta.
-Bonita tu habitación.-le comenté.

Sonreí.
-Pero si esto es el recibidor, yo no duermo nunca querida Stilah. Entra, toda la casa está decorada a esta manera. ¿De verdad crees que siendo quien soy puedo permitirme dormir? Tengo siempre demasiado trabajo-comenté mientras entraba en otra estancia y abría un armario repleto de espadas diferentes.
Las seleccioné con una mirada y después saqué una de empuñadura y hoja negras, semejante al ala de un murciélago. Se la tendí, de ella se desprendía un alo negro imperceptible para cualquiera que no fuera de naturaleza sobrenatural.
-Esta es a partir de ahora tu espada. No te será dificil defenderte con ella.-informé.
Me senté despreocupadamente en un sofá de terciopelo negro.
-¿Tienes alguna pregunta?-.

Agarre aquella tan magnifica y hermosa espada negra que el me tendía y la contemple con interes.
-De acuerdo.-le dije sin irarle a pear de ser mi señor, en ese momento para mi era mas importante adueñarme de aquella espada que sería mi compañera, pasee los dedos por su hermosa hoja negra y sonreí.
-Por el momento no tengo ninguna pregunta.-

Entrecerré los ojos.
-Stilah, espero que no se te suba el poder a la cabeza y tenga que detenerte personalmente...-comenté.
-Confío en que no-remarqué en un tono de voz un poco más alto que el habitual, clavando mi mirada en ella y reclamando la suya.

Levante la vista y le miré directamente.
-No va a ser necesario nada de eso, creéme.-le dije con una sonrisa torva.

-Cuéntame, ¿qué has visto últimamente por este mundo mortal?-pregunté haciendo un gesto para que se sentara en un sillón de enfrente, también de terciopelo negro.

-Pues mas de lo mismo, ¿cuanto hace que no sales por allí?-le pregunté mientras me sentaba en uno de los sillons.

-Hará cosa de uno o dos días, pero recuerda que yo siempre estoy al tanto de lo que ocurre. Quiero saber tu opinión al respecto Stilah, ¿tu deducción empieza a fallar tan pronto? Vamos pequeña, cuéntame acerca de los mortales.-insté.

Reí ante lo que dijo y le mire.
-Bueno, pues la verdad es que son algo aburridos aunque para reirse a veces de ellos sí que son bastante divertidos...¿te responde eso a tu pregunta?-le respondí

Sonreí con malicia y miré a otro lado.
-Esa es una respuesta poco imaginativa, pero lo dejaré pasar. ¿Alguna pregunta sobre algo?-inquirí.

-¿Puede ser sobre cualquier tema?-pregunte sería mirando el terciopelo de su sofá.

-Lo que quieras-respondí mirándola fijamente.

-¿Alguna vez has sentido algun tipo de atracción por un angel?-le pregunte girando la mirada y dirigiendola hacía sus ojos bruscamente.

Alcé una ceja sin dejar de mirarla, mis ojos tornaron a un brillo rojizo.
-No, yo mismo fui una vez un ángel, pero no recuerdo tal cosa. Esto me lleva a pensar si tú te sientes atraída por alguno Stilah, ¿me estoy equivocando?-espeté con voz tranquila a pesar de mi apariencia.

Esbocé una sonisa.
-No te equivoques de persona, yo sé distinguir entre atracción y diversión...-le dije con voz tranqulizadora.

-¿Y a qué ha venido esa pregunta Stilah si puedo saberlo? ¿Acaso te interesa mi pasado?n ¿Orealmente conoces a alguien que siente eso?-inquirí con intrerés.-Sabes que no vas a poder engañarme, así que dime la verdad.

-¿Acaso es esto un interrogatorio?.-le pregunte y al momento mostre una media sonrisa.- O ya sé no me lo digas he conseguido que el gran... Lucifer se interese por saber lo que dirá un simple demonio como yo...-le dije con sorna.- Pues no te preocupes para tu información corre por ahí la voz de que tú estabas casado con un angel.-le dije conteniendo la risa.

Mis ojos se encendieron cual brasas al rojo vivo mientras la miraba de la más fría manera.
-Stilah, si esto es un interrogatorio, tú respondes sin rechistar, en segundo lugar, muéstrame más respeto, y en tercer lugar, acalla esos rumores incluidos de tu propia lengua, ¿entendido? Quiero que te quede claro que por muy favorita que seas para mí, debes guardar e respeto, y acallar tu suelta lengua de vez en cuando, o acabarás perdiéndola, ¿he hablado claro? Tnedrás todos los privilegios si te portas bien y no intentas sacar al diablo de sus casillas pequeña, que, aunque difícil, se puede conseguir-contesté casi siseante.

Le miré seria y tanquila mientras me hablo.
-No te preocupes de nada, todo está bajo control y ya me ocuparé de que esos rumores desaparezcan.-le dije con una media sonrisa.-Y por mi comportamiento tampoco debes preocuparte sé quien soy yo y quien eres tú....-le dije.

-Perfecto, me has entendido, no esperaba menos de ti la verdad. No pretendía asustarte, si lo hubiese querido lo habría conseguido con una simple mirada. Siéntate a mi lado, y mírame a los ojos-fue más una petición que una orden.

Estaba claro que eso sí que me resultaba extraño y la razon era desconocida para mí...
-¿Y eso a que se debe?-le dije algo intrigada.

-Stilah, ¿no me has oído?-contesté con suavidad.

Puse los ojos en balnco, la verdad no tenia ninguna gana de tener que soportar de nuevo una bronca, asique me levante con elegancia sentandome asu lado.
-¿Y bien...?-dije con voz cansina.

Entrecerré los ojos y la tomé suavemente por la barbilla, a la vez que estos se encendían como brasas de nuevo. Un terror irracional para cualquiera que mirase apareció en ellos, y lancé una descarga de dolor hacia la pequeña demonio, mezclado con el miedo y una debilidad tan humana que resultaba insoportable.
-Resulta que eres bastante tuya, ¿no? Creo que no entiendes tu posición en esto...creía que eras más inteligente. Creo que el cargo se te ha subido a la cabeza Stilah, y si no te portas bien como ya te dije, no habrá privilegio, ni libertad...y habrá cosas como estas, ¿acaso te gusta lo que estás sientiendo pequeña?-siseé con una voz muy diferente a la habitual.-Te daré poder, pero a cambio de lealtad.